
"Cristina en Corrientes: Un llamado a la organización y una advertencia contra la proscripción"
La expresidenta desplegó un discurso combativo frente a una militancia fervorosa, marcando el rumbo del peronismo en un contexto de tensiones judiciales y desafíos electorales.
Con la contundencia que la caracteriza, Cristina Fernández de Kirchner trazó este sábado en Corrientes una hoja de ruta para el movimiento peronista, en un acto cargado de simbolismo histórico y urgencia política. Desde el anfiteatro Carlos Gomes, frente a una multitud que coreaba consignas de apoyo, la vicepresidenta entrelazó pasado y presente al evocar los crímenes de junio —desde los fusilamientos de José León Suárez hasta los bombardeos a Plaza de Mayo— y denunció lo que considera una nueva embestida antidemocrática: la decisión de la Corte Suprema de avalar la continuidad de Ricardo Lorenzetti en el tribunal, apenas un día después de que ella confirmara su candidatura.
"Nos han intentado borrar de todas las formas imaginables, pero lo que nunca podrán eliminar es la voluntad del pueblo", afirmó con voz firme, en alusión a los ataques que, según su relato, buscan silenciarla. Su mensaje, más que un discurso de campaña, funcionó como una convocatoria a la acción: "No es tiempo de lamentaciones, sino de reorganizarnos", insistió, interpelando a dirigentes y militantes por igual.
El paralelismo con el caso Lula no fue casual. La consigna "Cristina Libre", impulsada por el intendente y candidato a gobernador Martín Ascúa, resonó como un eco deliberado de la campaña que movilizó a millones en Brasil contra la prisión del expresidente brasileño. Ascúa, en sintonía con ese espíritu, advirtió: "Basta de lawfare. No la vamos a abandonar", subrayando la necesidad de una resistencia coordinada frente a lo que el kirchnerismo interpreta como una avanzada judicial.
Un proyecto colectivo o nada
La crítica de Fernández de Kirchner no se limitó a sus adversarios políticos. También apuntó a las divisiones internas del peronismo, exigiendo a los dirigentes que prioricen la construcción de "una alternativa nacional" por sobre intereses personales. "La historia del peronismo no se escribe con individualismos", remarcó, en un guiño claro a los gobernadores que optaron por desdoblar elecciones y concentrarse en sus distritos. Su llamado a la unidad incluyó un pedido explícito de diálogo con Axel Kicillof, aunque sin ceder en su postura: "El éxito nunca dependió de un gobernador, sino de un proyecto compartido", sentenció.
Frente al escenario judicial, su tono fue aún más incisivo. "Quieren impedirme competir porque saben que no pueden derrotarme en las urnas", desafió, ironizando sobre los medios que la describen como "acorralada". Detrás de la retórica, sin embargo, hay una preparación concreta para lo que su entorno considera un riesgo tangible: una posible detención. Su abogado, Gregorio Dalbón, ya alertó a organismos internacionales sobre lo que calificó como "lawfare institucionalizado", comparándolo con el caso brasileño pero "con un agravante: aquí se ha vuelto política de Estado".
La patria en peligro
Antes de su llegada a Paso de los Libres, el peronismo local rubricó una Carta Compromiso por la Justicia y la Soberanía Popular, un documento que sintetiza cinco ejes de resistencia: desde el rechazo al ajuste económico hasta la defensa de los derechos sociales. "Organicémonos. La patria está en peligro", resumió Ana Almirón, una de las referentes, encapsulando el clima de alerta.
Mientras tanto, en Buenos Aires, el Instituto Patria ultima detalles para una reunión clave este lunes, donde se coordinarán respuestas ante eventuales escenarios de persecución judicial. Cristina, por su parte, mantendrá un acto en homenaje a los fusilados de 1956, otra señal de su estrategia: vincular las luchas del pasado con los combates del presente. "Ella está preparada", repiten sus cercanos. El mensaje es claro: pase lo que pase, no piensa retroceder.