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"La economía bajo Milei: salarios en picada, consumo en crisis y un gobierno que celebra cifras irreales"

Mientras el oficialismo festeja indicadores técnicos y financieros, la realidad cotidiana de los argentinos muestra un panorama desolador: ingresos que no alcanzan, empresas al borde del colapso.

"La economía bajo Milei: salarios en picada, consumo en crisis y un gobierno que celebra cifras irreales"

Mientras el oficialismo festeja indicadores técnicos y financieros, la realidad cotidiana de los argentinos muestra un panorama desolador: ingresos que no alcanzan, empresas al borde del colapso.

La llegada de Javier Milei a la presidencia desencadenó un ajuste económico sin precedentes, marcado por una devaluación brutal y un feroz recorte del poder adquisitivo. Aunque en un primer momento los sectores más acomodados lograron beneficiarse, el grueso de la sociedad enfrentó un año y medio de consumo en niveles históricamente bajos. Hoy, cuando las aguas comienzan a bajar, la fotografía que emerge es desalentadora: las ventas apenas repuntan levemente contra bases deprimidas, el fantasma del "no llego a fin de mes" sigue acechando a las familias y varias empresas icónicas del consumo masivo luchan por evitar la quiebra.

En este contexto, el Gobierno parece habitar una realidad paralela. Mientras el ministro de Economía, Luis Caputo, celebra la colocación de un bono a tasas exorbitantes —que reflejan la desconfianza de los inversores en el control inflacionario y en la continuidad del proyecto libertario—, la calle vive otra historia. Las declaraciones de Caputo sobre supuestas bajas de precios en electrodomésticos y otros bienes durables chocan con la cruda realidad: muchas de esas "ofertas" responden a promociones temporales como el Hot Sale o a la liquidación de stock por falta de demanda.

Empresas en riesgo y sueldos que no recuperan
La crisis microeconómica se profundiza con cada semana que pasa. Dos casos emblemáticos sacudieron la agenda reciente: la láctea Verónica, al borde del cierre por impagos, y la planta de General Motors en Santa Fe, paralizada por la caída de la demanda regional. Estos ejemplos no son aislados: según datos de Kantar WorldPanel, solo el 5% de las categorías de productos registraron crecimiento en los sectores más vulnerables, mientras que en los estratos altos la cifra alcanzó el 79%.

El problema de fondo sigue siendo el ingreso. Bajo la administración de Milei, los salarios reales se ubican en los niveles más bajos en décadas, incluso por debajo de los registrados durante el gobierno de Mauricio Macri. Según el economista Dany Schteingart, los sueldos de 2024 son comparables a los de 1948 y un 26% inferiores a los del período 2015-2017.

La grieta entre el INDEC y la percepción popular
Un dato clave que el oficialismo elude discutir es la brecha entre la inflación oficial y la que perciben los argentinos. Según la Universidad Di Tella, los ciudadanos estiman que los precios de mayo subieron un 4,23%, frente a un IPC que rondaría el 2%. Esta discrepancia no es menor: explica por qué, a pesar de los anuncios triunfalistas, el consumo sigue estancado y la desesperanza se mantiene.

Mientras el Gobierno insiste en que su plan económico avanza, los números concretos —reservas que no alcanzan las metas, fuga de dólares por turismo y compras externas, y un tipo de cambio anclado que beneficia solo a unos pocos— pintan un escenario muy distinto. La pregunta que flota en el aire es cuánto más podrá sostenerse este frágil equilibrio antes de que la realidad termine por imponerse.

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