
"La incertidumbre en la puerta de la fábrica: crónica de un conflicto que se negocia lejos"
Mientras los delegados de la UOM mantienen la medida de fuerza en las tratativas entre gremios y empresas avanzan en Buenos Aires, pero la falta de respuestas profundiza la angustia entre los trabajad
El sol de la mañana pega fuerte sobres las calles heladas de Rìo Grande, a metros de la entrada de la fábrica, un grupo de delegados se agrupa en círculo, intercambiando murmullos y miradas cargadas de preocupación. Entre ellos está Mauro Krum, rostro conocido en la lucha sindical de la zona. "No tenemos confirmación oficial de nada", admite, mientras ajusta su gorra y mira hacia la ruta, como si esperara que de un momento a otro llegara la noticia que todos aguardan.
La tensión es palpable. Mientras aquí, en el corazón industrial, los trabajadores resisten con asambleas y medidas de fuerza, en Buenos Aires se desarrollan reuniones clave. Nombres como Alonso, Gali, Oscar Martínez y Javier Escobar suenan en los pasillos de la negociación, pero esa realidad parece distante para quienes sostienen el pulso en el territorio. "Furlan llegó tarde por un tema de vuelos, pero ahora están todos reunidos", comenta Mauro, aunque reconoce que los detalles de lo que allí se discute no han llegado a las bases.
La incertidumbre se mezcla con la urgencia. Los trabajadores del sector de autopartes han recibido intimaciones escalonadas: primero un mensaje de WhatsApp, luego una llamada de Recursos Humanos y, finalmente, una carta documento. "Es la misma exigencia, solo que ahora está en papel", explica Mauro. Lo más complejo es que la medida no distingue razones sociales: afecta por igual a empleados de FAMAR, IATEC y MIRGOR, empresas que, bajo el paraguas de la complementación industrial, comparten espacio y producción.
En las rondas de mate, las conversaciones giran en torno a dos emociones encontradas. Por un lado, el optimismo de quien confía en la fuerza de la organización gremial; por otro, la angustia de ver a compañeros al borde del abismo económico. "Hay situaciones muy duras", susurra Mauro, bajando la voz. "Gente que no llega a fin de mes, con deudas, con familias enteras dependiendo de este salario". La medida de fuerza, aunque justificada, no hace más que agravar esa precariedad.
El horizonte político también pesa. Con 2026 a la vuelta de la esquina, muchos temen que cualquier acuerdo sea solo un parche, una tregua con fecha de vencimiento. "No queremos tranquilidad hasta enero, queremos soluciones de fondo", insiste Mauro. Mientras tanto, el reloj sigue corriendo, y en la puerta de la fábrica, la espera se hace cada vez más larga.
Al despedirse, Mauro ajusta su chaleco sindical y lanza una última reflexión: "Sabemos en qué vereda estamos, y no nos vamos a mover". La frase, cargada de convicción, resuena entre los presentes. Pero detrás de esas palabras, queda flotando una pregunta sin respuesta: ¿Cuánto más podrán esperar?
Elaborada en base a la entrevista realizada a Mauro Krum por Guillermo Lacaze en FM La Isla, el 22 de mayo de 2025.-