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Open AI pone a disposición un motor gráfico que pondrá en vilo nuestra capacidad de distinguir la realidad

Sora, la última innovación de OpenAI, ha irrumpido con gran fuerza en el ámbito tecnológico y, específicamente, en el de la inteligencia artificial, gracias a su capacidad para generar vídeos increíbl

Open AI pone a disposición un motor gráfico que pondrá en vilo nuestra capacidad de distinguir la realidad

Sora, la última innovación de OpenAI, ha irrumpido con gran fuerza en el ámbito tecnológico y, específicamente, en el de la inteligencia artificial, gracias a su capacidad para generar vídeos increíbl

Sora, la última innovación de OpenAI, ha irrumpido con gran fuerza en el ámbito tecnológico y, específicamente, en el de la inteligencia artificial, gracias a su capacidad para generar vídeos increíblemente realistas a partir de descripciones textuales.

Este sistema se fundamenta en un modelo de difusión, similar a DALL-E 2, pero orientado hacia la generación de vídeos. El proceso inicia con un «lienzo» de ruido visual al cual se le aplican sucesivas modificaciones para transformarlo en la escena deseada. Estas modificaciones se basan en la descripción textual proporcionada por el usuario, la cual puede ser tan detallada como se desee.

El modelo de Sora va más allá de simplemente comprender el contenido textual; también considera las relaciones físicas entre los elementos de la escena, resultando en vídeos con movimientos realistas, iluminación perfecta y una representación del mundo real hasta entonces inigualada. Se asemeja literalmente a una película grabada con una cámara.

Aunque esta herramienta aún se encuentra en fase de desarrollo, lo que podría ser capaz de lograr dentro de un año abre un abanico de posibilidades creativas, aunque también plantea interrogantes sobre la fina línea que separa la realidad de la ficción.

La era de la inteligencia artificial ¿creatividad sin humanidad y ruptura con lo real?

Apartando el potencial de Sora, una pregunta relevante que surge ahora es qué futuro aguarda para los vídeos que visualizamos. Si ya resulta complicado distinguir entre imágenes reales y aquellas generadas por inteligencia artificial, imaginate cuando estas imágenes estén en movimiento. Con su habilidad para generar contenido realista a partir de texto, estas herramientas democratizan la producción audiovisual y brindan a cualquiera la capacidad de crear sin límites. Josué Pérez Suay, especialista en Marketing digital, junto con ChatGPT, respaldan esta idea en una entrevista para Computer Hoy, «Si la tecnología puede generar vídeos, imágenes o textos altamente realistas, puede crear escenarios o narrativas que parecen auténticas, lo que dificulta para el público diferenciar entre lo real y lo generado artificialmente».

Es cierto que siempre se dice —y es verdad— que la IA puede imitar la forma de crear, pero no puede replicar la esencia de la creación humana. La inteligencia artificial carece de emociones, experiencias o una perspectiva propia del mundo. Sus creaciones son simplemente algoritmos que siguen reglas predefinidas. Sin embargo, más allá de la teoría, existe el riesgo de perder la capacidad de discernir entre lo real y lo artificial, lo que socava la confianza en la información recibida y en la propia percepción del mundo.

Estamos llegando a un punto en el que se está creando una extraña burbuja en la que no se puede confiar plenamente en lo que ven nuestros ojos, lo cual no es beneficioso para nadie. La inteligencia artificial no es una amenaza para la creatividad humana, sino una herramienta que puede potenciarla, debe ser utilizada de manera responsable y creativa para crear un futuro en el que la tecnología y la humanidad se complementen.

Es evidente que las marcas de agua serán clave para evitar que la sociedad se desmorone. Josué Pérez lo expresa claramente: «Con regulaciones adecuadas, transparencia y medidas de seguridad, las ventajas en términos de innovación, personalización y eficiencia podrían superar los riesgos. Sin embargo, requiere un esfuerzo colectivo por parte de desarrolladores, reguladores y la sociedad para minimizar los peligros y maximizar el potencial positivo de estas tecnologías».

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