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Tierra del Fuego paralizada: “Nos estamos achicando. Si no hay industria, no hay salida”

Daniel Rivarola describió la crisis que atraviesa Río Grande: comercios vacíos, empleo en negro y falta de respuesta estatal. “Esto es como el 2001”, advirtió el dirigente sindical.

Tierra del Fuego paralizada: “Nos estamos achicando. Si no hay industria, no hay salida”

Daniel Rivarola describió la crisis que atraviesa Río Grande: comercios vacíos, empleo en negro y falta de respuesta estatal. “Esto es como el 2001”, advirtió el dirigente sindical.

La situación que estamos atravesando es una realidad absoluta”, afirmó Daniel Rivarola, dirigente del gremio mercantil de Río Grande, al ser entrevistado por el periodista Guillermo Lacaze en FM La Isla. El referente sindical trazó un cuadro crudo del derrumbe económico que golpea a Tierra del Fuego, donde la caída del consumo, el aumento del empleo informal y la parálisis de la industria configuran un escenario que, según advirtió, recuerda al 2001.

El impacto se ve, sobre todo, en la falta de movimiento comercial. “Venimos viendo la caída del consumo reflejada en la falta de clientes en muchos negocios. No puedo hablar de balances, pero sí de lo que vemos: horarios donde normalmente habría gente, hoy están vacíos. Vas a un corralón y te atiende directamente el vendedor. No hay cola, no hay caja abierta”, relató. En este punto, Lacaze aportó que hay casos en los que no se abre caja durante uno, dos o hasta tres días. Rivarola no lo desmintió. Por el contrario, respaldó la descripción: “No recuerdo momentos como este, salvo el 2001, que fue muy complejo para todos. Hoy uno se pregunta para dónde correr”.

La falta de clientela también se refleja en los supermercados. El dirigente contó que estuvo en una cadena grande y le dijeron que, en ciertos horarios, los empleados “se miran las caras” porque no hay nada que hacer. Fue el periodista quien señaló que “se terminó eso del chango lleno”, a lo que Rivarola respondió que incluso en días hábiles y horarios pico, se puede comprar sin esperar, porque no hay gente. “Estaban todos los changos iguales”, agregó.

Consultado sobre cómo afecta esta situación a las relaciones laborales, explicó que en las grandes empresas hay preocupación pero todavía no se traduce en conflictos, mientras que en los comercios chicos la amenaza de despidos, cierres o informalidad es permanente. “Todos los días viene gente al gremio. No siempre a quejarse, sino a hablar. Y en esas charlas surge lo mismo: no se vendió, hay miedo, algunos sienten que sobran”, explicó.

Rivarola insistió en que la solución no puede venir del comercio sino de la industria. “Si mañana abre un supermercado nuevo y me toma a diez empleados, esos mismos van a ser despedidos de otro súper. Lo único que hace es repartir la misma torta. La única salida es la reactivación industrial: la que tenemos o la que haya que crear, pónganle el título que quieran. Pero si no hay trabajo genuino, con nuevos salarios, no hay salida. Nos vamos a ir achicando, definitivamente”, advirtió.

Según sus registros, se contabilizan 118 despidos en lo que va del año y 380 en el anterior. “Esa gente está en la calle. Algunos se reconvirtieron, pusieron kioscos, ferias, venden en las redes sociales o en las esquinas. Y muchos contratan a alguien más en negro. La ciudad está llena de estos casos. Nos estamos achicando, y lo poco que crece, crece en la informalidad”, afirmó.

Frente a la informalidad creciente, Rivarola fue claro: “Nosotros como gremio no relajamos controles. Seguimos inspeccionando. Hace unos días detectamos trabajo no registrado en cinco locales distintos. Hacemos las denuncias. Lo que está laxo es el Estado. El Ministerio de Trabajo actúa tarde, cuando ya no sirve. Hace poco notificaron una multa por una infracción cometida en 2023. Si las respuestas tardan dos años, no le sirven ni al trabajador ni al sistema”.

El dirigente aseguró que la situación es compartida por otros gremios, aunque con distintos grados de exposición. “Hay sectores más vulnerables, como los gastronómicos o la seguridad, donde los controles son más difíciles por los horarios. Pero no veo brazos caídos. Todos están reclamando dentro de sus posibilidades”, sostuvo.

Más crítica fue su mirada sobre la dirigencia política. “En época de campaña se acuerdan del sector obrero. Después desaparecen. En nuestro espacio gremial preguntamos cuántos compañeros tienen hoy chances de ocupar bancas donde se resuelven cosas. No hay nadie. Nos usan en campaña y después no te escuchan más”, lamentó. “Me siento defraudado. Por eso trabajamos desde la filial para resolver lo que podamos sin esperar nada de nadie”.

Hacia el cierre, el periodista sintetizó la percepción que flota en la ciudad: negocios vacíos, changarines multiplicándose, ferias colmadas de emprendedores forzados y trabajadores que ya no pueden acceder ni a una comida básica. “El plato de comida ya no tiene pan, ni gaseosa, ni fruta”, graficó. Rivarola no objetó la frase. La validó, como el resto del diagnóstico. “Esto no se puede tapar. Es evidente”, concluyó.

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