
El peronismo bonaerense retoma el diálogo en busca de unidad electoral
Tras meses de tensiones, Cristina Fernández de Kirchner y Axel Kicillof acordaron avanzar en una estrategia conjunta para las elecciones de septiembre, aunque persisten diferencias sobre los términos
El panorama político de la provincia de Buenos Aires experimentó un giro inesperado esta semana. Después de un prolongado distanciamiento, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner y el gobernador Axel Kicillof reanudaron el contacto con el objetivo de articular una salida electoral que evite la fragmentación del peronismo. El acercamiento, que se materializó en una conversación telefónica el jueves por la noche, allanó el camino para la conformación de una mesa de trabajo que buscará definir candidaturas unificadas de cara a los comicios legislativos.
El diálogo entre ambas figuras marcó un punto de inflexión tras semanas de especulaciones y declaraciones cruzadas. Fuentes cercanas a la exmandataria confirmaron que el llamado fue breve pero cordial, y que ambos líderes acordaron mantener nuevas conversaciones en los próximos días. Este gesto contrasta con la postura que Fernández de Kirchner había mantenido hasta hace poco, cuando respondía con evasivas ante las preguntas sobre su relación con Kicillof.
El reencuentro no estuvo exento de rumores. Horas antes de que se confirmara el contacto, versiones periodísticas anticiparon un posible encuentro en persona, desmentido rápidamente por ambos equipos. Desde el entorno del gobernador ironizaron sobre la proliferación de este tipo de operaciones mediáticas, aunque reconocieron que el clima de campaña exige movimientos rápidos y coordinados. Finalmente, la reunión se concretó en privado, sin testigos, y dejó como saldo el compromiso de reactivar un espacio de negociación política.
Los desafíos de la unidad
La decisión de Fernández de Kirchner de competir en la tercera sección electoral aceleró los tiempos. En declaraciones públicas, la exmandataria admitió que su mayor temor es que una derrota en el distrito más poblado del país tenga un efecto dominó en el resto de las provincias. Sin embargo, su anuncio generó resquemores en el oficialismo bonaerense, donde algunos funcionarios esperaban una comunicación previa y en privado.
Desde La Plata, el kicillofismo insiste en que cualquier acuerdo debe basarse en condiciones claras. Carlos Bianco, ministro de Gobierno y operador político del gobernador, fue contundente al señalar que la unidad no puede reducirse a una mera suma de nombres en una boleta. “No se trata de ceder espacios por conveniencia, sino de construir una estrategia común con objetivos a largo plazo”, afirmaron allegados al mandatario.
El escenario se complejiza con la incógnita sobre el rol de Sergio Massa. El líder del Frente Renovador mantiene contactos periódicos con Fernández de Kirchner, aunque hasta ahora solo han abordado temas económicos. Mientras la expresidenta manifestó su interés en que Massa encabece la lista en la primera sección, algunos intendentes presionan para que el tigrense regrese al Congreso. Su definición, según anticiparon, se conocerá durante el congreso partidario de julio.
Corrientes, el primer ensayo
Mientras se ultiman los detalles de la alianza bonaerense, Fernández de Kirchner viajará este sábado a Corrientes para respaldar la candidatura de Martín Ascúa, intendente de Paso de los Libres. La elección provincial del 31 de agosto servirá como termómetro para un peronismo que intenta recomponerse tras años de divisiones.
Pese a los avances, el clima interno sigue cargado de escepticismo. En privado, la expresidenta insiste en que solo una alternativa sólida del espacio nacional y popular podrá revertir el desgaste electoral. Por ahora, el diálogo está abierto, pero los consensos aún parecen lejanos.