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La polémica estrategia cambiaria del Gobierno: entre el acuerdo con el FMI y las críticas internas

Tras el anuncio de flexibilización del cepo, el oficialismo enfrenta cuestionamientos por su manejo de las reservas y el tipo de cambio. Economistas advierten riesgos.

La polémica estrategia cambiaria del Gobierno: entre el acuerdo con el FMI y las críticas internas

Tras el anuncio de flexibilización del cepo, el oficialismo enfrenta cuestionamientos por su manejo de las reservas y el tipo de cambio. Economistas advierten riesgos.

El 11 de abril, el Gobierno argentino sorprendió al anunciar una flexibilización parcial del cepo cambiario, en el marco de un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). La medida, que estableció un esquema de flotación entre bandas, fue recibida con optimismo por los mercados. Analistas locales e internacionales destacaron que la administración de Javier Milei privilegiaba una vez más la estabilidad económica por encima de presiones políticas. Sin embargo, esa buena impresión se desvaneció en cuestión de semanas.

El cambio de tono en el discurso oficial marcó una divergencia sutil pero significativa respecto del programa pactado con el organismo multilateral. Pronto quedó claro que el eje de la política económica seguiría siendo la reducción de la inflación, relegando un objetivo clave del acuerdo: la acumulación de reservas por parte del Banco Central (BCRA). Las autoridades monetarias afirmaron que no comprarían divisas hasta que el tipo de cambio oficial alcanzara el piso de la banda, actualmente fijado por debajo de los $986.

Federico Furiase, director del BCRA y una de las voces autorizadas para explicar la postura oficial, sostuvo que adquirir dólares en este contexto podría “distorsionar la credibilidad dentro de las bandas” y generar “emisión monetaria, un obstáculo para el control inflacionario”. No obstante, esa misma credibilidad ya había sido cuestionada por las intervenciones del Banco Central en el mercado de futuros, donde realizó operaciones por unos US$400 millones en abril —cifra que, según estimaciones de la consultora Outlier, ascendería a US$1000 millones si se incluyen las transacciones de mayo—.

Las críticas no tardaron en surgir. Economistas y expertos señalaron la contradicción de postergar la acumulación de reservas mientras el Gobierno promueve la “remonetización” de la economía. Domingo Cavallo, exministro de Economía, fue uno de los más enfáticos al señalar que el país requiere divisas para cubrir importaciones y compromisos de deuda. “En una economía altamente endeudada en moneda extranjera y sin acceso al crédito externo, las reservas son indispensables”, afirmó en su blog personal.

Ricardo Arriazu, cercano al círculo de Milei, coincidió en que Argentina debería apuntar a sumar US$100.000 millones en reservas. “El Gobierno espera que el dólar toque el piso de la banda, pero yo ya hubiera intervenido”, expresó. Por su parte, Carlos Melconian advirtió que el tipo de cambio actual es insostenible: “Supera cualquier colchón de reservas y cualquier expectativa vinculada a Vaca Muerta”, subrayó, refiriéndose al déficit de la cuenta corriente.

El fantasma de 2017

Desde el oficialismo, las advertencias son desestimadas bajo el argumento de que comparar la situación actual con la de 2017 —durante la gestión de Mauricio Macri— es un error. Aquel año, la baja inflacionaria y el repunte económico terminaron eclipsados por la crisis cambiaria de 2018 y la abrupta pérdida de reservas.

José Luis Daza, viceministro de Economía, admitió en una entrevista que el recuerdo de ese período aún pesa. “En el FMI nos dijeron: ‘Esto ya lo vimos’. Pero nuestra estrategia es la opuesta: cerramos el déficit fiscal”, afirmó. Vladimir Werning, vicepresidente del BCRA, reforzó esta idea durante una presentación en El Salvador, destacando que, a diferencia de hace ocho años, hoy hay superávit fiscal, ausencia de emisión monetaria y un déficit en cuenta corriente significativamente menor (US$9000 millones frente a los US$30.000 millones de 2017).

Lorenzo Sigaut Gravina, de Equilibra, señaló que, si bien el tipo de cambio está más apreciado que en 2017, el panorama es menos crítico gracias al sector energético. No obstante, reconoció que la falta de reservas netas y las restricciones para girar dividendos empresarios siguen siendo un problema.

Un futuro incierto

Pese a las tensiones, algunos analistas proyectan un escenario más alentador. Sigaut Gravina destacó que, a diferencia del gobierno de Macri, la actual administración no dependió de capitales especulativos, lo que reduce el riesgo de una fuga masiva. “Si se implementan los ajustes pendientes, la economía podría fortalecerse”, concluyó.

Mientras el debate continúa, la estrategia cambiaria del Gobierno sigue bajo la lupa. La disyuntiva entre frenar la inflación y acumular reservas define un rumbo económico que, para muchos, aún carece de claridad.

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