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Espert renunció acorralado por el escándalo y deja al Gobierno en el centro de la tormenta

El candidato liberal resistió casi una semana con el respaldo presidencial, pese a su vínculo con un empresario acusado de narcotráfico. El oficialismo paga el precio de su demora.

Espert renunció acorralado por el escándalo y deja al Gobierno en el centro de la tormenta

El candidato liberal resistió casi una semana con el respaldo presidencial, pese a su vínculo con un empresario acusado de narcotráfico. El oficialismo paga el precio de su demora.

La renuncia de José Luis Espert llegó cuando ya no había margen para sostenerlo. Pero el problema no fue solo su caída, sino el tiempo y la forma en que el Gobierno eligió defenderlo. Durante casi una semana, el economista liberal —figura clave del armado bonaerense de Javier Milei— resistió bajo el paraguas oficial, mientras las pruebas sobre sus vínculos con Federico “Fred” Machado, un empresario acusado de narcotráfico y lavado de dinero, se acumulaban en los medios nacionales e internacionales.

En 2020, South Aviation Inc., una firma controlada por Machado, giró USD 200.000 a una consultora vinculada a Espert. El candidato explicó que se trató de “un pago legal por servicios de asesoramiento económico declarado ante la AFIP”. Pero el argumento se derrumbó frente a un dato central: Machado no es un empresario cualquiera. Está procesado en causas federales y cumple arresto domiciliario en Argentina, mientras enfrenta un pedido de extradición de la justicia de Estados Unidos por su presunta participación en una red de tráfico de cocaína y contrabando en aeronaves.

El escándalo estalló el lunes, y el oficialismo reaccionó con reflejos defensivos. Lejos de tomar distancia, el propio Milei respaldó públicamente a Espert, reivindicó su “honestidad” y denunció una “operación política” contra su espacio. Funcionarios, legisladores y comunicadores libertarios se alinearon en defensa del candidato, acusando a la prensa de “inventar causas”. En lugar de contener la crisis, el Gobierno la amplificó.

La renuncia llegó recién este domingo, en un breve comunicado publicado por Espert en X:

“Por la Argentina, doy un paso al costado. Puse a disposición mi renuncia a la candidatura a diputado nacional por Buenos Aires y el presidente Javier Milei decidió aceptarla.”

El presidente respondió con una frase neutra —“La Argentina siempre está por encima de las personas”—, intentando cerrar un capítulo que, en realidad, deja abiertas demasiadas grietas. Porque el caso Espert no estalla en el vacío: se suma al escándalo Libra, donde funcionarios del propio gobierno fueron señalados por operar con criptomonedas y beneficiarse de información privilegiada, y al caso ANDIS, con denuncias de coimas y desvíos de fondos en la Agencia Nacional de Discapacidad.

Tres episodios en pocos meses bastan para corroer el discurso que llevó a Milei al poder: el de la superioridad moral frente a la “casta”. La demora en reaccionar, el respaldo inicial y el cambio de posición a destiempo exponen las contradicciones internas del gobierno libertario, que ante cada crisis elige la defensa política por sobre la transparencia que predica.

La salida de Espert no clausura el escándalo: lo certifica. Y en política, la demora en reaccionar dice más que cualquier comunicado. Durante una semana, el Gobierno defendió lo indefendible y convirtió un problema individual en un síntoma estructural: la erosión ética de un proyecto que se proclamaba incorruptible.

El resultado es doblemente costoso: Espert pierde su candidatura, pero Milei pierde algo más difícil de recuperar —la credibilidad, que se va cayendo al ritmo de sus propias contradicciones.

La renuncia llegó, sí. Pero llegó tarde, forzada y con el sello de la contradicción: en el gobierno que juró barrer con la casta, la defensa del poder propio ya empieza a mostrar sus límites.

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